COMENTARIO EVANGELIO 6 DICIEMBRE 2015
Con un estilo propio de un
historiador antiguo el evangelista san
Lucas nos habla de la figura del profeta precursor de Jesús, san Juan Bautista,
interesándose especialmente en su predicación. Importa, ante todo, el cuidado
que tiene en situar históricamente los hechos que preceden al ministerio
público de Jesús. Fechas, lugares, personajes de la historia sirven de marco
concreto a la predicación de Juan y, por tanto, al inicio de la actividad del
Señor. Con ello, disipa toda posible especulación sobre el carácter mitológico
de Cristo. La salvación que trae Jesús
es un acontecimiento histórico y no una fábula inventada.
Basándose en este texto, muchos
historiadores sitúan con precisión las fechas de la actividad de Jesús: “El año
15 del gobierno de Tiberio Cesar”. Eso se corresponde con el año 28 de nuestra
era. Una época en que Palestina esta sometida al poder extranjero de los
romanos. Poncio Pilato es mencionado por Flavio Josefo, historiador judío de la
época, como un personaje cruel e insoportable. Por eso, había entonces una
fuerte expectativa en la llegada de un Mesías libertador del yugo opresor. Pensaba
en un Mesías-rey de este mundo y se preparaban para una suerte de guerra santa
contra los paganos gentiles.
Menciona también a Anás y Caifas,
suegro y yerno, que fueron sucesivamente sumos sacerdotes del Templo de
Jerusalén, desde el año 6 al año 36. Eso significa que esa familia ostentó el
poder religioso y social ¡durante 30 años! Y fueron los que decidieron acabar
con la vida de Jesús de la forma en que acabó: ¡crucificado!
El evangelio también nombra a los
grandes del mundo político de Judea. De esta manera, la historia de Jesús queda
situada. Como dice el libro de los Hechos de los Apóstoles, también escrito por
san Lucas: “Se trata de un asunto público” (Hch 26,26).
Después alude no a las acciones
de Juan el Bautista, sino a la acción de Dios: “La palabra de Dios se dirigió a
Juan”. Dios actúa en su palabra y, por eso, esa historia es historia de
salvación, historia sagrada. La revelación de Dios no es un acto mágico ni una
especie de mensaje esotérico, sino que su palabra resuena y actúa en Juan el
Bautista. Como cualquier otro hombre
recorre toda la región de su país, pero le distingue el hecho de que
revela el mensaje de Dios a los hombres. Y lo hace no como una especie de
trance, sino actualizando la palabra contenida en los profetas. El profeta
Isaías presenta una espléndida procesión a través del desierto del pueblo que
retorna de Babilonia. Es un nuevo Éxodo más grandioso que el de Egipto. Ahora
el pueblo recorrerá un camino regio: el camino del Mesías. Un camino de conversión
de los corazones. Inspirado o movido por Dios, revela a los hombres que esa
palabra del profeta Isaías explica el significado del momento presente.
La “región del Jordán” es una
alusión a la región de Sodoma y Gomorra, la antigua tierra de pecado. Juan el
Bautista anuncia el fuego del juicio y, por eso, llamaba a un bautismo de
conversión. El bautismo de Juan sellaba la decisión de poner la vida bajo el
juicio de Dios y esperar su perdón. Es un bautismo todavía incompleto, pero que
prepara para formar parte del nuevo pueblo de Dios.
Juan era ciertamente “la voz que
grita en el desierto” y apela al profeta Isaías que anuncia al Mesías para que
todos “vean” la salvación de Dios; es decir, para que puedan tener parte en esa
salvación. Juan ha sido el heraldo de
Cristo en la región del Jordán, pero su salvación se extenderá a todos.
Fernando Llenín Iglesias - Párroco San Francisco de Asís