Hoy el santoral católico celebra
San Aquila
No habían pasado dos décadas desde la Ascensión de
Jesucristo y la semilla de su Evangelio se había esparcido ya por numerosas
ciudades del Imperio
Aquila era un judío que vivía en Roma, era tejedor de
tiendas de campaña, procedía de la diáspora por la Anatolia del Norte, actual
Turquía.
Profesaba a Jesús de Nazaret como el Salvador.
Estaba casado con Priscila, mujer romana, a la que
abreviadamente se le llama en algún escrito Prisca.
Así
pues, en la casa de Aquila y Priscila se reúne la Iglesia, la convocación de
Cristo, que celebra allí los sagrados misterios. De este modo, podemos ver cómo
nace la realidad de la Iglesia en las casas de los creyentes. De hecho, hasta
el siglo III los cristianos no tenían lugares propios de culto: estos fueron,
en un primer momento, las sinagogas judías, hasta que se deshizo la originaria
simbiosis entre Antiguo y Nuevo Testamento, y la Iglesia de la gentilidad se
vio obligada a darse una identidad propia, siempre profundamente arraigada en
el Antiguo Testamento. Luego, tras esa "ruptura", los cristianos se
reúnen en las casas, que así se convierten en "Iglesia". Y por
último, en el siglo III, surgen los auténticos edificios del culto cristiano.
Fueron exiliados de Roma junto con otros judíos por el emperador Tiberio Claudio César, y se
trasladaron a Corinto, la capital de Acaya.
Corinto, ciudad cosmopolita, abría sus puertas a todo
tipo de costumbres, incluso inhumanas, era el núcleo de la industria de la
púrpura y del tejido y acogió al matrimonio, donde Aquila no tardó en instalar
su propio taller
Llevaban pocos meses viviendo en Acaya cuando un
viajero les pidió asilo. El huésped llegaba de Atenas, abatido por que no habían hecho caso de su predicación, como recordaría más adelante ” me he
presentado ante vosotros débil, y con temor y mucho temblor”. El viajero era san Pablo.
Los hechos de los Apóstoles hablan poco de su estancia
en el taller, pero sí de que a finales del 50 o principio del 51, llegaron a
Corinto Timoteo y Silas para hablar con san Pablo, al que traen noticias sobre
las persecuciones en Tesalónica. san Pablo escribe La primera carta a los
Tesalonicenses y es, cronológicamente, el primer libro del Nuevo Testamento.
Muchos se bautizaron durante su permanencia en Corinto.
A su marcha Aquila y Priscila lo acompañaron a Éfeso, también las acompañaban
Silas y Timoteo
Aquila y Priscila quedaron en Éfeso en donde anunciaron
el mensaje de Jesucristo.
Allí desempeñaron un papel decisivo para
completar la formación cristiana del judío alejandrino Apolo. Dado que este
sólo conocía someramente la fe cristiana, "al oírle Aquila y Priscila, lo
tomaron consigo y le expusieron más exactamente el camino de Dios" (Hch 18, 26s
Al
regresar posteriormente a Roma, Aquila y Priscila siguieron desempeñando esta
función importantísima también en la capital del imperio. En efecto,san Pablo,
en su carta a los Romanos, les envía
este saludo particular: "Saludad a Prisca y Aquila, colaboradores
míos en Cristo Jesús. Ellos expusieron su cabeza para salvarme. Y
no sólo les estoy agradecido yo, sino también todas las Iglesias de la
gentilidad; saludad también a la Iglesia que se reúne en su casa" (Rm 16, 3-5). los de "Áquila
y Prisca, junto con la iglesia que se reúne en su casa" (1 Co 16, 19).
Las
palabras de san Pablo encierran un extraordinario elogio, los considera verdaderos e importantes colaboradores de su
apostolado.
Esta
pareja demuestra, en particular, la importancia de la acción de los esposos
cristianos. Cuando están sostenidos por la fe y por una intensa espiritualidad,
su compromiso valiente por la Iglesia y en la Iglesia resulta natural. Esto es
así desde los principios del cristianismo , en la actualidad y por siempre.
De
su ejemplo podemos sacar otra lección importante: toda casa puede transformarse
en una pequeña iglesia, en el sentido de que toda la vida familiar, en virtud de la
fe, está llamada a girar en torno a Jesucristo.
En
la carta a los Efesios, san Pablo compara la relación
matrimonial con la comunión esponsal que existe entre Cristo y la Iglesia (cf. Ef 5, 25-33).
Podríamos
decir que el Apóstol indirectamente
configura la vida de la Iglesia con la de la familia. Porque la Iglesia es, en realidad, la familia de
Dios.
Por
eso, honramos a Áquila y Priscila como modelos de una vida conyugal
responsablemente comprometida al servicio de toda la comunidad cristiana.
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