miércoles, 8 de julio de 2015

Hoy el santoral católico celebra 
                San Aquila

No habían pasado dos décadas desde la Ascensión de Jesucristo y la semilla de su Evangelio se había esparcido ya por numerosas ciudades del Imperio
Aquila era un judío que vivía en Roma, era tejedor de tiendas de campaña, procedía de la diáspora por la Anatolia del Norte, actual Turquía.
Profesaba a Jesús de Nazaret como el Salvador.
Estaba casado con Priscila, mujer romana, a la que abreviadamente se le llama en algún escrito Prisca.

Así pues, en la casa de Aquila y Priscila se reúne la Iglesia, la convocación de Cristo, que celebra allí los sagrados misterios. De este modo, podemos ver cómo nace la realidad de la Iglesia en las casas de los creyentes. De hecho, hasta el siglo III los cristianos no tenían lugares propios de culto:  estos fueron, en un primer momento, las sinagogas judías, hasta que se deshizo la originaria simbiosis entre Antiguo y Nuevo Testamento, y la Iglesia de la gentilidad se vio obligada a darse una identidad propia, siempre profundamente arraigada en el Antiguo Testamento. Luego, tras esa "ruptura", los cristianos se reúnen en las casas, que así se convierten en "Iglesia". Y por último, en el siglo III, surgen los auténticos edificios del culto cristiano.

Fueron exiliados de Roma  junto con otros judíos  por el emperador Tiberio Claudio César, y se trasladaron a Corinto, la capital de Acaya.
Corinto, ciudad cosmopolita, abría sus puertas a todo tipo de costumbres, incluso inhumanas, era el núcleo de la industria de la púrpura y del tejido y acogió al matrimonio, donde Aquila no tardó en instalar su propio taller
Llevaban pocos meses viviendo en Acaya cuando un viajero les pidió asilo. El huésped llegaba de Atenas, abatido por que no habían hecho caso de su predicación, como recordaría más adelante ” me he presentado ante vosotros débil, y con temor y mucho temblor”. El viajero era san Pablo.

Los hechos de los Apóstoles hablan poco de su estancia en el taller, pero sí de que a finales del 50 o principio del 51, llegaron a Corinto Timoteo y Silas para hablar con san Pablo, al que traen noticias sobre las persecuciones en Tesalónica. san Pablo escribe La primera carta a los Tesalonicenses y es, cronológicamente, el primer libro del Nuevo Testamento.

Muchos se bautizaron durante su permanencia en Corinto. A su marcha Aquila y Priscila lo acompañaron a Éfeso, también las acompañaban Silas y Timoteo
Aquila y Priscila quedaron en Éfeso en donde anunciaron el mensaje de Jesucristo.

 Allí desempeñaron un papel decisivo para completar la formación cristiana del judío alejandrino Apolo. Dado que este sólo conocía someramente la fe cristiana, "al oírle Aquila y Priscila, lo tomaron consigo y le expusieron más exactamente el camino de Dios" (Hch 18, 26s

Al regresar posteriormente a Roma, Aquila y Priscila siguieron desempeñando esta función importantísima también en la capital del imperio. En efecto,san Pablo, en su carta a los Romanos, les envía este saludo particular:  "Saludad a Prisca y Aquila, colaboradores míos en Cristo Jesús. Ellos  expusieron  su cabeza para salvarme. Y no sólo les estoy agradecido yo, sino también todas las Iglesias de la gentilidad; saludad también a la Iglesia que se reúne en su casa" (Rm 16, 3-5). los de "Áquila y Prisca, junto con la iglesia que se reúne en su casa" (1 Co 16, 19).

Las palabras de san Pablo encierran un extraordinario elogio, los considera  verdaderos e importantes colaboradores de su apostolado.

Esta pareja demuestra, en particular, la importancia de la acción de los esposos cristianos. Cuando están sostenidos por la fe y por una intensa espiritualidad, su compromiso valiente por la Iglesia y en la Iglesia resulta natural. Esto es así desde los principios del cristianismo , en la actualidad y por siempre.

De su ejemplo podemos sacar otra lección importante: toda casa puede transformarse en una pequeña iglesia, en  el sentido de que toda la vida familiar, en virtud de la fe, está llamada a girar en torno a  Jesucristo.

En la carta  a los Efesios, san Pablo compara la relación matrimonial con la comunión esponsal que existe entre Cristo y la Iglesia (cf. Ef 5, 25-33).

Podríamos  decir que el Apóstol indirectamente configura la vida de la Iglesia con la de la familia. Porque  la Iglesia es, en realidad, la familia de Dios.

Por eso, honramos a Áquila y Priscila como modelos de una vida conyugal responsablemente comprometida al servicio de toda la comunidad cristiana.





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