lunes, 28 de diciembre de 2015

        AVISO       FESTIVIDAD DE LOS REYES MAGOS



                               El día 6 de Enero 2016 celebraremos a las 13.30 la Misa de Epifanía  ante los

Reyes Magos a la que están convocados todos los niños de la catequesis, padres, abuelos y familiares


                              En ella recogeremos  todos los regalos que los niños quieran traerle al
        
                                                       Niño      Jesús

Estos regalos serán llevados por el grupo de Jóvenes de la Parroquia  a  la Asociación " La Cruz de 

los Ángeles " para que sean repartidos entre los niños que están a su cuidado

! Os esperamos !

                                              Grupo de Catequesis          

lunes, 7 de diciembre de 2015


COMENTARIO  EVANGELIO 6 DICIEMBRE 2015



Con un estilo propio de un historiador antiguo  el evangelista san Lucas nos habla de la figura del profeta precursor de Jesús, san Juan Bautista, interesándose especialmente en su predicación. Importa, ante todo, el cuidado que tiene en situar históricamente los hechos que preceden al ministerio público de Jesús. Fechas, lugares, personajes de la historia sirven de marco concreto a la predicación de Juan y, por tanto, al inicio de la actividad del Señor. Con ello, disipa toda posible especulación sobre el carácter mitológico de Cristo.  La salvación que trae Jesús es un acontecimiento histórico y no una fábula inventada.

Basándose en este texto, muchos historiadores sitúan con precisión las fechas de la actividad de Jesús: “El año 15 del gobierno de Tiberio Cesar”. Eso se corresponde con el año 28 de nuestra era. Una época en que Palestina esta sometida al poder extranjero de los romanos. Poncio Pilato es mencionado por Flavio Josefo, historiador judío de la época, como un personaje cruel e insoportable. Por eso, había entonces una fuerte expectativa en la llegada de un Mesías libertador del yugo opresor. Pensaba en un Mesías-rey de este mundo y se preparaban para una suerte de guerra santa contra los paganos gentiles.

Menciona también a Anás y Caifas, suegro y yerno, que fueron sucesivamente sumos sacerdotes del Templo de Jerusalén, desde el año 6 al año 36. Eso significa que esa familia ostentó el poder religioso y social ¡durante 30 años! Y fueron los que decidieron acabar con la vida de Jesús de la forma en que acabó: ¡crucificado!

El evangelio también nombra a los grandes del mundo político de Judea. De esta manera, la historia de Jesús queda situada. Como dice el libro de los Hechos de los Apóstoles, también escrito por san Lucas: “Se trata de un asunto público” (Hch 26,26).

Después alude no a las acciones de Juan el Bautista, sino a la acción de Dios: “La palabra de Dios se dirigió a Juan”. Dios actúa en su palabra y, por eso, esa historia es historia de salvación, historia sagrada. La revelación de Dios no es un acto mágico ni una especie de mensaje esotérico, sino que su palabra resuena y actúa en Juan el Bautista. Como cualquier otro hombre  recorre toda la región de su país, pero le distingue el hecho de que revela el mensaje de Dios a los hombres. Y lo hace no como una especie de trance, sino actualizando la palabra contenida en los profetas. El profeta Isaías presenta una espléndida procesión a través del desierto del pueblo que retorna de Babilonia. Es un nuevo Éxodo más grandioso que el de Egipto. Ahora el pueblo recorrerá un camino regio: el camino del Mesías. Un camino de conversión de los corazones. Inspirado o movido por Dios, revela a los hombres que esa palabra del profeta Isaías explica el significado del momento presente.

La “región del Jordán” es una alusión a la región de Sodoma y Gomorra, la antigua tierra de pecado. Juan el Bautista anuncia el fuego del juicio y, por eso, llamaba a un bautismo de conversión. El bautismo de Juan sellaba la decisión de poner la vida bajo el juicio de Dios y esperar su perdón. Es un bautismo todavía incompleto, pero que prepara para formar parte del nuevo pueblo de Dios.

Juan era ciertamente “la voz que grita en el desierto” y apela al profeta Isaías que anuncia al Mesías para que todos “vean” la salvación de Dios; es decir, para que puedan tener parte en esa salvación. Juan  ha sido el heraldo de Cristo en la región del Jordán, pero su salvación se extenderá a todos.

Fernando  Llenín Iglesias - Párroco San Francisco de Asís

lunes, 30 de noviembre de 2015

COMENTARIO AL EVANGELIO 1º DOMINGO DE ADVIENTO 2015

EL FINAL

Lc 25, 21-18  ·  34-36




El Evangelio utiliza a veces un lenguaje que llamamos apocalíptico. San Lucas transmite el conocido como “discurso escatológico”. Cielo y tierra señalarán la inminencia del fin. Luego aparecerá el Hijo del hombre. Entonces la Iglesia alcanzará su liberación. La intención del evangelista no es aterrorizar, sino alimentar la esperanza de los discípulos en medio de las dificultades 

La “ciencia” antigua distinguía tres cuerpos celestes el sol, la luna y las estrellas. Los signos del cielo, por tanto, se producirán de día y de noche. De día, el sol se oscurecerá; de noche, la luna y las estrellas brillarán más intensamente. Los antiguos consideraban que las variaciones en los cielos anunciaban acontecimientos importantes.

También en la tierra habrá signos precursores. Habrá “angustia” e “inquietud”. Los pueblos se sentirán aterrorizados. El temor llegará al pánico como ante una furiosa tempestad en el mar. Todo retornará al caos primordial. Los hombres agotados y llenos de miedo temerán ante lo que les sobreviene. Toda la creación será sacudida por una suerte de anticreación.

Entonces el Hijo del hombre de la visión de Daniel 7,13, el Mesías resucitado, aparecerá gloriosamente entre las nubes del cielo, símbolo de la presencia divina, y restablecerá la justicia y la paz definitivas. Lo que distinguirá la segunda venida de la primera es el poder y la gloria. La primera, desde la cuna hasta la cruz, estuvo marcada por la debilidad y el sufrimiento. La segunda, desde el día de Pascua en que Jesús entró en su gloria y se sentó a la derecha del Poder, estará marcada por la majestad.

Hay una diferencia entre los cristianos y los demás. Mientras el resto de los hombres quedarán horrorizados, los cristianos recuperarán el valor. Si Jesús, al morir en la cruz, inclinó la cabeza, ahora los cristianos “levantarán la cabeza”. La liberación es inminente. La salvación es una liberación y un fin de la persecución, el final de las iniquidades y opresiones, el restablecimiento de la justicia y el inicio de la paz verdadera: el cumplimiento del Magnificat y de las Bienaventuranzas. A la Iglesia sufriente le sucederá una Iglesia jubilosa.

Velad y orad. Para prepararse a este momento, los cristianos deben permanecer vigilantes y tener cuidado de sí mismos, manteniendo una actitud digna de Dios y un estilo de vida conforme al Evangelio, huyendo del embotamiento del corazón como resultado de la inmoralidad y la vida desordenada. Es una llamada al discernimiento de los acontecimientos de la vida.

Quienes se entregan a los excesos de los vicios y pasiones viven prisioneros de lo material y asaltados por los agobios y preocupaciones. La embriaguez, el sueño y la noche son la cara visible del pecado. En cambio, la vida moralmente correcta expresa la fe y el amor.

El corazón puede embotarse por el libertinaje. San Lucas alude al abuso del alcohol, pero hay más adicciones.  Alude también  a las preocupaciones del mundo que podríamos identificar con el estrés al que nos sometemos por el exceso de trabajo y las obsesiones. Cuando el corazón se embota perdemos la tensión espiritual y no podemos reconocer al Señor que viene a nuestro encuentro.

El Evangelio insiste en el carácter imprevisible del fin. Los culpables quedarán atrapados inesperadamente, como se sorprende a un ladrón. Los cristianos vigilantes y orando evitarán la catástrofe final, la última prueba o tentación final. En esos momentos se requerirá vigor moral para vencer y escapar de la destrucción definitiva. Los cristianos son “refugiados”: los que se han refugiado en Dios, los que supieron escapar de las tentaciones, resistir en las pruebas y están preparados para el encuentro con su Señor.

El discípulo de Jesús espera confiado el regreso de su Señor y lo hace encontrándose con Él en los signos en los que Él ha perpetuado su presencia –Palabra, Eucaristía y Pobres-, orando con constancia, llevando una vida recta y permaneciendo siempre disponible en el servicio para que en el mundo reinen la fraternidad y la justicia.

D. Fernando  LLenín  Iglesias  - Párroco de San Francisco de Asís


lunes, 9 de noviembre de 2015

Comentario al Evangelio del Domingo 8 de Noviembre de 2015

LA VIUDA
Mc 12, 38-44




Las vestiduras sacerdotales y regias estaban diseñadas para impresionar por su belleza. Los saludos en las plazas y en los mercados otorgaban gloria al que lo recibía, así como los primeros asientos que tenían una finalidad honorífica. Pero Jesús valora negativamente la ostentación. Insiste además en lo contradictorio de esa gloria y ese honor con el aprovecharse de la indefensión de viudas y huérfanos para “devorar” sus bienes. A la vanagloria se une la injusticia y la avaricia brutales, como animales salvajes que asaltan vorazmente el alimento.

Las viudas, los huérfanos, los extranjeros y los pobres son en toda la Biblia una especial preocupación de Dios, que por medio de los profetas pide que se les haga justicia. Abusar de ellos y estafarlos es un pecado que clama al cielo. Un escriba podía engañar a una viuda actuando como notario y cobrando abusivamente por sus servicios. Un sacerdote podía también reclamar diezmos, extorsionando bajo apariencia de oraciones y derechos sagrados.

Bajo hermosas vestiduras y vanidosa honorabilidad se enmascara una actitud brutal y una avaricia despiadada. Por eso, su condena será especialmente dura. Aunque, naturalmente, Jesús no dice que todos los escribas y sacerdotes actuaran así, ni siquiera la mayoría. Pero probablemente en las altas esferas de Jerusalén había una notable corrupción escandalosa, que finalmente llevó a Jesús a protagonizar el episodio de la purificación del Templo y a un enfrentamiento mortal con la familia de los sumos sacerdotes.

Había en el patio de las mujeres unas cajas para ofrendas en forma de trompetas, destinadas a las ofrendas voluntarias. A diferencia de los ricos que echaban limosnas abundantes, una viuda pobre ofreció sólo dos monedas de poco valor. Pero como esas dos moneditas era todo lo que le quedaba para vivir, ella da más que nadie porque da toda su vida.

Frente a la avaricia de escribas y sacerdotes, frente a la ostentación vanidosa de los ricos, se alza la inmensa generosidad y fe de la viuda pobre. Se trata de una parábola hecha realidad: el rico ostentoso y la humilde y generosísima viuda pobre.

Las apariencias engañan. La caridad y la solidaridad pueden ser sólo aparentes. Lo vemos a menudo en tantos personajes que aparecen constantemente en los medios de comunicación haciendo gala de generosidad en toda situación donde se encuentre un fotógrafo. Los hay que incluso llevan a los fotógrafos consigo. Es una caridad ostentosa, como los ropajes y los puestos de honor.

Lo importante no es la cantidad de dinero o de cosas o de actos que uno da o hace, sino la intención, la interioridad que motiva. La viuda es encomiable no por el valor de lo que dio, sino porque dio “todo”. Es más, con este acto la viuda muestra que “todo” lo pone en manos de Dios, que todo lo espera de Dios. Ella es una “pobre de Dios”, una humilde hija de Dios que confía totalmente en la Providencia. No sólo es pobre económicamente, es “pobre de espíritu” y, por tanto, bienaventurada.


Esta viuda se parece a Jesús, que da su vida entera, y a la Virgen María, a la que llamamos Bienaventurada porque el Señor ha mirado la humildad de su sierva que se ha ofrecido totalmente a Dios.  

Don Fernando Llenín Inglesias
Párroco de San Francisco de Asís Oviedo

viernes, 6 de noviembre de 2015

Encuentro de Jóvenes

Encuentro de jóvenes



PRIMER ENCUENTRO

Lugar: Salón Parroquia San Francisco de Asis
Hora: 20.00
TEMA "EL ABORTO"

8 NOVIEMBRE 2015 EL ORIGEN DE LA VIDA HUMANA
Ponente : María Victoria González Meana
Doctora en Bioquímica. Profesora e Investigadora Universidad Oviedo

15 NOVIEMBRE 2015 COMPLICACIONES DE LOS ANTICONCEPTIVOS
Ponente : Dr. Ángel Lacave
Especialista en Oncología. Ex miembro de la Organización Europea para la investigación y tratamiento del cáncer

22 NOVIEMBRE 2015 SECUELAS PSICOLÓGICAS DEL ABORTO
Ponente: D. José Luis Besteiro
Psicólogo clínico. Profesor de Psicología Universidad de Oviedo. Director del COF

29 NOVIEMBRE 2015 ¿ SE PUEDE PERDONAR EL ABORTO?

Ponente : D. Fernando Llenín Iglesias. Párroco de S. Francisco de Asís . Profesor de Filosofía y Teología Universidad de Oviedo. Director del Instituto Superior de estudios teológicos

lunes, 2 de noviembre de 2015


                                                  A V I S O


Hoy,  se celebrará a las 19.30h una Misa solemne por todos los difuntos de la Parroquia 

lunes, 26 de octubre de 2015

Comentario al Evangelio del Domingo 23 de Octubre del 2015

MAESTRO, HAZ QUE VUELVA A VER.
Mc 10,46-52



La antigua ciudad de Jericó esta situada a 275 metros bajo el nivel del mar, en la depresión más profunda de la tierra. Fue la primera ciudad conquistada por los israelitas cuando entraron en la tierra prometida, guiados por Josué.

Jesús, el nuevo Josué, comienza también su conquista pasando por Jericó en su subida a Jerusalén. En ese momento aparece Bartimeo, que está sentado al borde del camino; un pobre ciego, cuya única posibilidad de salvación, Jesús, pasa a su lado. Probablemente, no volverá a pasar. Es su gran oportunidad. Grita desaforadamente sin hacer caso a los que le reprenden y le instan a que se calle, robándole así su esperanza. La insistencia del ciego es ejemplar, como cuando toda la Iglesia, a lo largo de los siglos, eleva al principio de la liturgia ese grito de Bartimeo: “¡Kyrie eleison!”, Señor, ten piedad. ¡Apiádate de mí! La oración insistente logra la gracia.

Hay en esta escena como una lucha de las dos banderas de los ejercicios de san Ignacio de Loyola: la del rey eternal que avanza en su subida para conquistar Jerusalén y todo el universo mundo, y de otra parte las fuerzas de la ceguera y la opresión demoníaca, que se oponen.

Este ciego ve con más claridad que toda la muchedumbre que rodea a Jesús, y a fuerza de gritar consigue que se detenga y lo llame. Pide un milagro a Jesús: “QUE VUELVA A VER”. No pide simplemente ver, sino “volver a ver”. Es alguien que ha visto anteriormente y ha perdido la visión. Es más trágica su situación que la de los ciegos de nacimiento. Por eso, se aplica también a la situación espiritual de quien pasa por una profunda crisis de fe o se encuentra en una depresión moral.

El encuentro con Jesús y su palabra poderosa hace que el que estaba ciego recobre la gracia que ilumina. Y a partir de ese milagro, “le sigue por el camino”, el camino que conduce a Jerusalén. Ha habido un crecimiento espiritual. Ahora es discípulo de Jesús y le sigue en su camino hacia la cruz. El camino de Jesús convierte la ceguera en luz, la derrota en victoria y la muerte en vida eterna.


Bartimeo somos todos los discípulos de Jesucristo, bautizados e iluminados en él. Dios ha abierto un camino en el desierto del mundo para todos los hombres que buscan, para todas las personas que han perdido la esperanza, para todos los que se encuentran en una situación de la que no ven salida. 

Don Fernando Llenín Iglesias
Párroco de San Francisco de Asís

domingo, 18 de octubre de 2015

Viaje A Roma de la Parroquia.


JUBILEO DE LA MISERICORDIA

La Parroquia de San Francisco de Asís os invita a viajar a Roma y Asís en este año jubilar y  asistir con los grupos del Padre Pio ( san Pio de Pietrelcina ) en san Pedo del Vaticano a la veneración del cuerpo incorrupto de san Pio que se expondrá en esas fechas 











Comentario al Evangelio del Domingo 18 de Octubre del 2015

Mc 10,35-45
El hijo del hombre ha venido para dar su vida en rescate por todos.




Santiago y Juan muestran una desmedida y equivocada ambición de poder que indigna a los otros diez discípulos. Sus pretensiones son un intento de manipulación. Quieren un trato preferente respecto a los demás y que Jesús haga lo que ellos digan: ocupar los primeros puestos “en su gloria”. Pero Jesús no se deja manipular y en lugar de hablarles de “gloria” les habla de amargo sufrimiento, aludiendo al cáliz de aflicción que ha de beber, el sufrimiento inmerecido que ha de padecer, la muerte martirial y el bautismo del mal desbordado con que está próximo a ser bautizado.

Así los cristianos que participamos en el sacramento de la “copa de Cristo”, sabemos que ese cáliz expresa nuestras tribulaciones, semejantes a las que Jesús soportó; como diría san Ignacio de Loyola, “porque, siguiéndome en la pena, también me siga en la gloria”.

Irónicamente Jesús afirma que no es él quien concede el sentarse a su derecha o izquierda, sino que el Padre lo tiene ya reservado, presagiando la crucifixión en la que será “entronizado” entre dos bandidos, “uno a su derecha y otro a su izquierda” .

Los otros discípulos se indignan contra Santiago y Juan, probablemente porque, en el fondo, también ellos albergan la misma secreta ambición. ¡Siempre la ambición!

También en la Iglesia se da eso que el papa Francisco llama “carrierismo”. Jesús, sin embargo, no se escandaliza de unos discípulos tan humanos como cualquiera, sino que se apoya en esa misma ambición mundana para enseñarles algo nuevo e inesperado: “No sea así entre vosotros”. Para subir, hay que descender; para ser el primero, hay que ponerse el último; para mandar hay que servir (en todos los sentidos).

Los jefes de los hombres los dominan y oprimen: el poder mundano es una forma de la dominación del pecado. La lógica mundana es muy diferente de la lógica evangélica, que es paradójica y aparentemente contradictoria. Pero lo cierto es que la contradicción está en el mundo: los jefes mundanos dominan, mientras los cristianos sirven. Los unos son déspotas; los otros diáconos servidores.

Fuera del cristianismo no hay ese concepto del poder como servicio. Jesús es el Mesías Hijo del Hombre, Siervo de Dios que ha venido a servir y a dar su vida como “rescate” o expiación de muchos, como el Siervo sufriente del que habla el profeta Isaías

Jesús mismo es el Hijo del Hombre, Siervo de Dios, que entrega su vida como rescate por muchos. El precio de nuestra libertad es su sangre. Cristo ha pagado a Satanás un precio por sus esclavos, que somos nosotros. El Maligno tiene a los hombres sujetos y atados, sometidos a esclavitud por el pecado. Y lo hace precisamente haciéndoles dominadores de los demás. Se creen señores, pero de esa manera se hacen esclavos del demonio, que los domina. ¡Qué misterio!

Fernando Llenín Iglesias
Párroco de San Francisco de Asís 


sábado, 17 de octubre de 2015

 LA REVOLUCIÓN DE LA MISERICORDIA 
        DÍA DEL DOMUND 


 EL ABRAZO 
El cartel de este año del   DOMUND   podíamos llamarlo
 EL ABRAZO
El abrazo entre una misionera y una anciana es el reflejo de un amor misericordioso, comprometido, recíproco y profundo, porque las obras de misericordia deben ser ese revulsivo que todos necesitamos, para despertar nuestra conciencia, abrir nuestro corazón ante el drama de la pobreza, y entrar en el corazón del Evangelio, donde debemos recordar que los pobres son los privilegiados de la misericordia  

 Pero quizás alguna persona a pesar de todo se pregunte :    

                     
¿ Qué es el DOMUND?

El DOMUND es el día en que la Iglesia invita a ayudar a los misioneros

La Jornada Mundial de las Misiones, en España conocida como DOMUND,.
Es una llamada de atención a todos los cristianos, de nuestra responsabilidad en la evangelización y de amar y apoyar la causa misionera

 ¿Por qué celebramos el DOMUND?

Porque los países de misión dependen de las ayudas y donativos que se envían.
La supervivencia de los Territorios de Misión depende de los donativos.
El DOMUND es una llamada a la colaboración  económica de los fieles.
Mediante el DOMUND, la Iglesia trata de cubrir las carencias de esos Territorios de Misión ayudando a los más desfavorecidos a través de los misioneros.


En los Territorios de Misión la Iglesia atiende a más de 26.00 instituciones sociales. Esto significa que más de un 22% de las instituciones sociales del mundo están en la Misión. La Iglesia en estos territorios también se encarga de más de 99.000 instituciones educativas, lo que representa más de un 47% del total de instituciones educativas que tiene la Iglesia

martes, 13 de octubre de 2015



Iniciamos la Catequesis de Confirmación: a partir de 5º y 6º de 

Primaria (10/11 años; 11/12 años),el dia 18 de Octubre a las 12,15 

en los salones parroquiales

Mc 10,17-30: LLAMADA A UN HOMBRE RICO



Hay muchos que dicen que todo es cuestión de economía, que lo importante, lo verdaderamente importante es el bienestar material; el dinero, en definitiva. Y se engañan, porque no sólo de pan vive el hombre. Los bienes son necesarios, importantes y buenos, pero no bastan. No basta la economía ni poner toda la confianza en el dinero y en las cuentas.

Hay muchos que dicen que ni roban ni matan, que no hacen el mal, que no han cometido delitos de estafa ni son corruptos ni defraudan. Y con eso ya está. Y es verdad que la ley natural nos dice que no hagamos el mal, que no hagamos a otro lo que a ti no te agrada. Pero no basta. No basta con no hacer el mal.

Un hombre rico y observante de la Ley de Dios preguntó a Jesús qué tenía que hacer para “heredar” nada menos que la vida eterna. Y, para mostrarse en buena figura y congraciarse con él, le adula llamándole “maestro bueno”.

Jesús comienza por ponerle en su sitio: sólo Dios es bueno. El hombre es imagen y semejanza de Dios y, sólo por eso, es bueno. Y a continuación le cita la segunda tabla del Decálogo, la parte que se refiere a las relaciones humanas. Son mandamientos, por así decir, negativos: no hagas el mal. Eso el hombre rico puede decir con orgullo que lo ha cumplido desde su juventud (lo que implica que ya no era joven).

Hay una mirada intensa y espiritual de Jesús hacia ese hombre, un discernimiento certero y sobrenatural: le falta algo, algo “positivo”. Tiene un impedimento, un obstáculo secreto del que, en el fondo, el rico es conocedor. Jesús “movido por amor a él” le señala lo que le falta: el amor a los pobres, la libertad de las riquezas materiales, el desprendimiento radical de todo lo que no sea Dios. No hay ningún otro Dios, ni siquiera el dios de este mundo: el dinero.

“Vete, vende cuanto tienes y dalo a los pobres. Luego sígueme”. Pero este hombre rico no está dispuesto, no quiere, no se esperaba esa palabra ni esa llamada a seguirle así, radicalmente, sin nada que no sea él mismo y Dios. Y había una razón: “tenía muchos bienes” y, por eso, se entristeció y se enfadó. Este hombre lo tiene todo, menos lo único necesario: la libertad interior que da el amor verdadero. En el fondo, muestra una gran inseguridad y tristeza. Tendrá cosas, pero no alegría.

Quería heredar la vida eterna, pero conservando su amor al dinero. Imposible. Sin embargo, “la herencia que da el Señor son los hijos; su salario, el fruto del vientre”. La vida se gana dando la vida. La donación de sí y el desprendimiento de todo lo demás es el camino de la vida eterna.


El hombre rico rechaza la llamada del Señor. ¡Qué difícil es para el mundo opulento aceptar y vivir el Evangelio! Se muestran tristes y enfadados precisamente por su propio rechazo. Pensamos que seríamos capaces de hacer cualquier cosa para demostrar lo buenos que somos. Es más, lo intentamos. Pero qué rápidamente comprobamos que no podemos desprendernos de nuestros idolillos y baratijas: el dinero, el prestigio, el poder, el ser más, la imagen… ¡Tantas cosas! Tenemos tantas cosas a las que nos aferramos y que no nos dan la alegría, que caminamos por la vida tristes y apesadumbrados. ¿Puede un camello, y además cargado de cosas, pasar por el ojo de una aguja? No; pues tampoco el hombre materialista podrá entrar en el Reino de Dios.

Jesús seguramente quedó decepcionado por la respuesta del hombre rico. Esperaba de él otra cosa vista su ansiosa actitud inicial. Pero comprobó, una vez más, que la seducción de las riquezas y del mundo impide a los hombres vivir como hijos de Dios. Es necesaria la gracia de Dios para vencer la concupiscencia del hombre, ese afán, esa avidez, esa fruición que busca saciarse sin lograrlo nunca.

La pobreza de espíritu es absolutamente necesaria para seguir al Señor y entrar en su Reino. Los pobres de espíritu, los humildes, son bienaventurados porque heredarán la vida eterna. La puerta que conduce a la vida es estrecha y el camino angosto.

En realidad, nada se pierde siguiendo a Jesucristo, sino que se gana todo, pero “de otra manera”. Siguiendo a Jesús, la familia es “otra” que la familia mundana, los bienes son “otros” que los bienes mundanos. La fraternidad hacia todos, aunque no sean parientes de sangre; compartir los bienes con los demás, aunque no sea debido; tener un corazón libre y generoso; no hacer el mal, sino hacer el bien incluso a los que nos quieren mal; todo eso, es una ganancia inmensa, una riqueza centuplicada sobre la sola riqueza material.
Todos tenemos algo que compartir y apegos de los cuales debemos liberarnos para alcanzar la libertad del corazón para tenerlo disponible a la fraternidad. Tenemos nuestra inteligencia, tiempo, paciencia, compasión, cariño y habilidades, con los cuáles podemos hacer el bien a los demás, hacernos imitadores de la bondad de nuestro Padre Dios y liberarnos del dinamismo de nuestro ego que nos hace encerrarnos en nosotros mismos, olvidarnos de los demás y frustrar nuestra vocación cristiana.




viernes, 2 de octubre de 2015

ANUNCIO INICIO DE CATEQUESIS

POSCOMUNIÓN





Empezamos el nuevo de curso de catequesis con ánimos renovados. Os indicamos la fecha, lugar y ue el material que tienen que llevar a la misma los niños de poscomunión


  • Día 18 de Octubre
  • Hora:12:15
  • Lugar: Salón de la Parroquia
  • Material: 
    • Carpeta de  anillas A4
    • Lápices de colores
    • Tijera
    • Pegamento de barra
ANUNCIO INICIO DE CATEQUESIS
2º - 3º de Infancia 




Empezamos el nuevo de curso de catequesis con ánimos renovados. Os indicamos la fecha, lugar y el   material  que  tienen que llevar a la misma los niños de segundo y tercer año


  • Día 18 de Octubre
  • Hora:12:15
  • Lugar: Salón de la Parroquia
  • Material: Libro Catecismo “Jesús es el Señor"
    • Carpeta de  anillas A4
    • Lápices de colores
    • Tijera
    • Pegamento de barra

ANUNCIO INICIO DE CATEQUESIS
1º DE INFANCIA



Empezamos el nuevo de curso de catequesis con ánimos renovados. Os indicamos la fecha, lugar y  el material que tienen que llevar a la misma los niños de primer año a partir de 1º de primaria (6 años)


Día 18 de Octubre

Hora:12:15

Lugar: Colegio de las Dominicas

Material: Libreta anilla A4
                Lápices de colores
                Tijera

                Pegamento de barra


sábado, 5 de septiembre de 2015

Comentario al Evangelio del Domingo 6 de Septiembre del 2015

¡EFFETÁ!
Mc 7, 31-37



Tiro y Sidón se encuentran Líbano. La Decápolis está al este del Mar de Galilea. En lo que coinciden esas regiones es que son todas ellas tierra de gentiles en la periferia de Israel. Zonas en donde posteriormente surgieron comunidades cristianas. Anticipa, pues, la llegada del Evangelio a los gentiles paganos y la misión de la Iglesia a todas las naciones.

De hecho, el sordomudo era un pagano. En el Antiguo Testamento, varias veces se dice que los paganos son como sordos (embotados, torpes) por su insensibilidad hacia la palabra de Dios. Is 35, 5-6 anuncia que “los oídos de los sordos se abrirán” y “cantará la lengua del mudo”. En nuestro caso, es conducido a la presencia de Jesús por otros. No puede ir por sí mismo. Hay entonces un encuentro personal, íntimo, a solas, de Jesús con esa persona. Sólo así puede realizarse verdaderamente el milagro que transformará la vida y la personalidad de ese hombre. Tenemos así una descripción de todos aquellos que en la Iglesia serán conducidos por otros hasta Jesús, para que él les hable y libere. ¡Cuántos evangelizadores, catequistas y misioneros han desarrollado y desarrollan este mismo servicio!

El evangelio nos describe también las acciones de Jesús, que parecen aludir a un exorcismo: metió sus dedos en sus oídos, como abriendo un camino para expulsar al demonio, y escupió. En la antigüedad la saliva, especialmente la de las personas carismáticas, era considerada un remedio terapéutico. Creían que, al brotar de su cuerpo, contenía poderes sobrenaturales, que podían ser benéficos o dañinos. Escupir a alguien tuvo un significado maléfico (a Jesús le escupirán durante su arresto y juicio), mientras que chupar las heridas era considerado curativo. Dado que Jesús aparece como alguien dotado de poder divino, se consideraba que su saliva contenía un poder de curación y un poder destructor de las fuerzas malignas.

Además, Jesús suspiró. No está claro el significado de ese suspiro. San Pablo dice que el Espíritu Santo intercede por nosotros con “suspiros” o gemidos inefables (Rom 8,26). Como Jesús que “eleva los ojos al cielo”, en actitud de súplica al Padre.

“Ephphatha” es palabra aramea, que el evangelista san Marcos conservó en la lengua original por su creencia en el poder de las palabras de Jesús. Los oídos del pagano quedaron abiertos para escuchar la palabra de Dios y su lengua liberada, desatada.

Pasó así a convertirse en una palabra y un gesto de la liturgia bautismal. El hombre recibe la revelación de Dios en Jesucristo que le conducirá al bautismo. De esta forma, queda liberado del Maligno y abierto a la acción de la gracia en él, por el poder de la Palabra de Cristo y los sacramentos.


Todo lo hace bien, nos recuerda la conclusión de la obra de la Creación en el libro del Génesis cuando Dios vio todo lo que había hecho y era todo muy bueno. Y también el discurso de san Pedro después de Pentecostés diciendo que Jesús “pasó haciendo el bien” y curando a los oprimidos por el diablo. Jesús está creando un mundo nuevo por su poder que vence al mal.

En los gestos de Jesús, que la Iglesia ha conservado dentro de la liturgia bautismal, hay un profundo simbolismo. El hombre, cada uno de nosotros, nos encontramos incapacitados para escuchar a Dios y al prójimo. Estamos encerrados en nosotros mismos, sumidos en nuestro pequeño mundo auto-referencial, sin poder salir de nuestras preocupaciones. Incluso cuando somos religiosos y hablamos con el Señor en nuestra oración, no nos ocupamos más que de nosotros, sin abrir nuestros oídos a los que el Señor nos está diciendo a través de su palabra y de tantas personas y acontecimientos que son una llamada potente de Dios. Por eso, tenemos la sensación de estar hablando solos.


Revivir y reavivar la gracia recibida en el bautismo es quizá la llamada más urgente en nuestro tiempo. La Iglesia tiene hoy una misión como la de aquellos que recibieron el Evangelio de san Marcos: llevar de nuevo a los hombres, sordos y mudos para escuchar al Señor, de modo que puedan tener un encuentro liberador, íntimo y personal, con Jesucristo. Eso es lo importante, lo único necesario. Sólo así la Iglesia podrá ser como recreada en una Iglesia viva y fecunda, en esta vieja Europa neopagana que languidece y se va entorpeciendo y debilitando espiritualmente cada vez más. 

Don Fernando Llenin Iglesias 

Evangelio del Domingo 30 de Agosto del 2015



LAS MANOS IMPURAS
Mc 7,1-8.14-15.21-23



Los fariseos fueron un movimiento político-religioso judío que se caracterizaba, entre otras cosas, por realizar una exacta y precisa interpretación de la ley mosaica. Eran de “estricta observancia”. San Pablo, cuando dice que él fue fariseo, se llama a sí mismo “fanático” e “irreprochable” en el cumplimiento de esa ley. Los fariseos eran escrupulosos en el cumplimiento de reglas y normas de pureza, diezmos, observancia del sábado y días santos, matrimonio y divorcio, así como formas propias de oración y de vida comunitaria. Pensaban que sus enseñanzas, aunque no se encontrasen literalmente en el texto bíblico, eran deducibles del mismo.

En Mc 7,1 se narra que “los fariseos y algunos de los escribas procedentes de Jerusalén” se acercaron a Jesús. Jesús y los fariseos coincidían en el deseo de que todo Israel, y no sólo una minoría intelectual y privilegiada o una secta apartada de los demás, cumpliera la voluntad de Dios contenida en la Ley y los Profetas. El debate polémico entre Jesús y los fariseos era más práctico que teórico.

Mc 7, 1-23 es el pasaje evangélico más extenso sobre la disputa de Jesús en relación a las reglas de pureza. Básicamente el texto tiene dos partes: 1-13, referido a las manos impuras y la tradición de los antepasados, y 14-23 sobre la enseñanza de Jesús acerca de qué es lo que verdaderamente hace impuro al hombre, si lo que entra de fuera o lo que sale de dentro.

Los judíos se lavan las manos antes de la oración y oraban antes de comer. Por tanto, debían comer con las manos lavadas. La cuestión era que habían visto a algunos discípulos de Jesús comer con manos impuras o no lavadas. Evidentemente, el responsable de tan impropia conducta sería el mismo Jesús. En su respuesta, Jesús utiliza dos argumentos: les acusa de hipocresía por ser tan observantes en una minucia, mientras se saltan, por ejemplo, un mandamiento tan importante como honrar padre y madre.

Entonces Jesús se dirige a la multitud y no a un grupo selecto y minoritario como los fariseos. A ellos les enseña qué es lo que verdaderamente hace impuro a un hombre: lo que sale de él, lo que brota de su corazón. De ahí surgen las malas acciones, los malos pensamientos y las malas actitudes, que Jesús ejemplifica en lo que se llama un “catálogo de vicios”

La clave de todo está en la consideración del “hombre impuro”. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda hacerlo impuro (alimentos o adherencias); lo que sale del hombre, sólo eso puede hacer impuro al hombre (su “corazón”).

La polémica de Jesús con los fariseos, sin embargo, tiene su centro en torno a la “tradición de los antepasados”. El comer con manos impuras es sólo la ocasión para la discusión. Es una discusión sobre el valor de las “tradiciones”, frente a lo esencial: los mandamientos. Jesús llama a los fariseos “hipócritas”, actores que fingen cumplir la voluntad de Dios, pero, en realidad, están muy lejos de Él.

Una hipocresía que es la expresión de una profunda enfermedad espiritual. El corazón se ha separado de Dios y han vaciado la palabra de Dios sustituyéndola por tradiciones humanas. Pretenden honrar a Dios sólo con los labios, es decir, con la comida.

Jesús desmonta el criterio neurótico sobre la impureza ritual que dice que tocando una cosa o una mano sin lavar pueda hacer impuro a alguien. Hay ciertamente una fácil perversión religiosa que se muestra obsesiva con prácticas ritualistas o moralismos superficiales que desvirtúan la esencial relación del hombre con Dios y con los demás, centrándose en los externo y superficial. Por eso, Jesús llama la atención con una llamada insistente: “¡Escuchadme todo y entended esto!” Nada es impuro en sí mismo. ¡Dejad los escrúpulos! Lo importante es el “corazón”.

La palabra de Jesús resuena como la palabra de los antiguos profetas. El corazón indica el núcleo esencial de la persona, el centro mismo de donde brotan los pensamientos, los sentimientos, las intenciones y las acciones. La impureza está ligada a la injusticia, a la impiedad, a la falta de amor, a las acciones malas y egoístas.

Don Fernando Llenin Iglesias


domingo, 23 de agosto de 2015

Comentario al Evangelio del Domingo 23 de Agosto 2015

SEÑOR, ¿A QUIÉN IREMOS?


Jn 6, 60-69

Al oír las palabras de Jesús, muchos de sus discípulos entraron en crisis, confusos en su fe y dubitativos. Probablemente el evangelio de san Juan refleje una crisis ocurrida en la comunidad joánica a finales del siglo I, en la que judíos cristianos reaccionaron frente a la profesión de fe en Jesucristo Hijo de Dios y en la Eucaristía, abandonando la Iglesia y volviéndose a la sinagoga. La resistencia a creer totalmente en Cristo no puede ser superada sin la gracia, “si no se lo concede el Padre”.

Los “discípulos” habían admitido que quizás Jesús fuese el Enviado de Dios, el Mesías que esperaban como libertador de Israel y el que iba a reunir al Pueblo de Dios para iniciar una nueva era escatológica. Pero tropezaron con la proclamación inaudita para ellos de ser el Salvador del mundo y de que en él se realizase la plena comunión del hombre con Dios.

Por eso, dicen que sus palabras son “duras” (sklerós). Las han entendido bien, pero rehusan “escucharlas”; es decir, creer en él. Jesús les muestra que se han “escandalizado”, que han tropezado en sus palabras como en una piedra del camino que les hace tambalearse y caer. Les añade una pregunta que no espera respuesta, sino que es aún más provocativa para ellos: “¿y si vierais al Hijo del hombre subir donde estaba antes?” Indica su procedencia de la divinidad. El que “ha bajado” del cielo, subirá “a donde estaba antes” cuando haya cumplido su misión.

Para “ver” esto es necesaria la fe, una gracia del Espíritu Santo, “que hace vivir”. El Espíritu Santo es Vida, es la fuente de la vida, el que da la vida. El Espíritu Santo hace nacer de nuevo. Las palabras de Jesús son Espíritu y son vida. El hombre “carnal” es incapaz de creer en Cristo porque no tiene en él la vida de Dios, el Espíritu Santo. Por eso, no puede creer ni comprender, porque juzga según la apariencia, de una forma material y superficial. Su inteligencia está ofuscada por su pecado. Y esa ofuscación son tinieblas que equivalen a una falta de fe y a una cerrazón en sí mismo. Carece de la apertura que rompe los límites de su propia voluntad, inteligencia y sentir.

Hay una “clave espiritual” en las palabras de Jesús que sólo puede descifrar quien tiene su Espíritu. El Espíritu Santo es apertura y dinamismo vital. Pero no se impone como una evidencia material, sino que invita y mueve a creer en libertad. Hay discípulos que no creen. Hay un punto en el que finalmente quien ha conocido a Jesús tiene que decidirse a seguirle plenamente y entregarse a él o abandonarlo. El Señor nos sitúa ante nuestra libertad. Puedes aceptar o resistirte; puedes seguirle o abandonarle; puedes creer en él o no creer. En este punto, el evangelio de san Juan muestra sin disimulos que muchos que comenzaron el discipulado, finalmente lo abandonaron. Si esto tuvo lugar o no en la vida histórica de Jesús o fue una reacción posterior de cristianos judíos que terminaron por abandonar la Iglesia y volver al antiguo judaísmo, es lo de menos. Lo importante es que siempre y para todos la opción de creer o no es inexorablemente una decisión libre de cada uno.

Dios “atrae”, Dios “da” la gracia, pero es el hombre quien ha de abrirse a ese don o rechazarlo. Ese rechazo fue una amarga experiencia de Jesús, cuyo culmen fue su condena a morir crucificado y verse abandonado por todos. Es un rechazo que continua a lo largo de la historia hasta nuestros días. Muchos se preguntan porqué sucede eso, porqué Israel ha rechazado a Cristo o porqué la sociedad europea actual rechaza a Cristo. Como también uno se pregunta porqué uno de los Doce le traicionó o le traiciona hoy en día. Y la respuesta está en el uso de la libertad del hombre o en su incapacidad por su pecado de “ver” y comprender espiritualmente.

Pero hay otros que sí creen, como Pedro que confiesa su fe en Jesús como “el Santo de Dios”, como aquel que tiene “las palabras de la vida eterna”. Es un pequeño grupo: los Doce. La fe de Pedro sucede al rechazo de muchos. Podríamos decir que la fe de Pedro sucederá incluso a la momentánea negación de Pedro. Pedro es la cabeza que representa a la totalidad de los Doce, y eso que entre ellos había un traidor.

La pregunta de Pedro “¿a quién iríamos?” refleja un proceso interior que ha sido superado. También ellos tuvieron que pasar su crisis, pero optaron por creer en él sin vacilar más: tus palabras “son” vida eterna. Pedro acepta sin reservas. Seguro que no entendía plenamente su significado ni sus consecuencias, pero confía y se entrega: “nosotros creemos y sabemos”. Creer y saber expresan que en la fe la inteligencia no es abstracta, sino cordial, existencial y vital.

Fernando Llenín Inglesias

lunes, 17 de agosto de 2015



EL PAN VIVO
(Jn 6, 51-58)


Jesús se presenta como el “pan vivo”, es decir, como el alimento que contiene la vida misma de Dios y puede comunicarla. Jesús tiene la vida en sí mismo. Él no es solamente el “pan de la vida”, sino “el pan vivo”. Hay una revelación nueva: “el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”. El verbo “dar” está en futuro: “el pan que yo daré”, con un Ego enfático. El pan que Dios da, el que baja del cielo, es el mismo Jesús.

Este pan que “dará” es la entrega voluntaria del Hijo. Dar de comer este pan equivale a entregar su vida en la cruz. Ese es el don de Dios: la vida de Cristo donada, entregada a la muerte para hacer brotar la vida eterna desde esa misma muerte. Es un pan dado para la vida del mundo. La muerte de Jesús-carne (pan) es fuente de vida para el mundo.

Por “carne” no se refiere Jesús al organismo, sino a sí mismo en su condición mortal y paciente. La palabra “carne” designa la totalidad del hombre en tanto que ser mortal, finito, caduco, sujeto a la fragilidad, a la debilidad y al sufrimiento. No habla de “alma” (psykhé) ni de “cuerpo” (sóma), sino de “carne” en el mismo sentido que aparece en el Prólogo: “la Palabra (Lógos) se hizo carne”. Por tanto, alude al misterio de la encarnación, destacado mediante la imagen de la bajada del cielo.

Aquellos galileos que escucharon a Jesús no creyeron en él. Para los judíos era claro el simbolismo del maná como alusión a la Torá, a la Ley, es decir, a la Palabra de Dios que se recibe como alimento para la vida. Comer el maná significaba vivir del don de la Palabra de Dios. Pero Jesús les dice que él mismo es “el pan del cielo”, el verdadero maná, la verdadera Palabra de Dios e insiste en la necesidad de que el discípulo coma ese nuevo maná, se asimile, por así decir, a él para recibir la “vida eterna”.

Sus interlocutores eran conscientes del significado simbólico de sus palabras y comprendieron muy bien que Jesús afirmaba su origen divino. Si rechazaron sus palabras, es porque habían comprendido su significado. No se confundían, no, pensando que Jesús les estuviese hablando de antropofagia. Lo que rechazaban era que la salvación universal y, en concreto, la suya, pudiera provenir de Jesús que les habla, porque eso le hace ocupar el lugar salvador de Dios mismo. Sus palabras, por tanto, sonaban sacrílegas a oídos de sus oyentes. Rechazaban la Encarnación del Lógos y que ese Lógos, esa Palabra, fuera Jesús. Negaban que la muerte de Jesús sea fuente de vida para todos los hombres. En definitiva, preanuncian el escándalo de la cruz para los judíos. Por eso, los judíos rechazarán más tarde la Eucaristía cristiana.


Jesús solemniza y enfatiza la veracidad de su anuncio con un doble “amén” e identifica su carne, es decir, él mismo, con el Hijo del hombre, respondiendo así a los judíos que le designaban despectivamente como “éste”. El título “Hijo del hombre” designa al Hijo de Dios Salvador. Es una figura celestial a quien atribuyó la misión de dar el alimento que permanece hasta la vida eterna. Y ahora les dice que el alimento se identifica con el donante, con el mismo Hijo del hombre que, bajado del cielo, entrega su vida para “darla” a los hombres.

Frente a las objeciones y rechazo de sus interlocutores, Jesús reafirma que no sólo la carne sino también la sangre ha de ser bebida para tener la vida. La sangre es precisamente el símbolo de la vida. Jesús anuncia su propia muerte como don de vida eterna. Jesús invita a “comer y beber”, es decir, a acoger la revelación del sacrificio del Hijo del hombre. En un sacrificio hay siempre un banquete en el que se come la carne sacrificada y se bebe el vino como metáfora de la vida ofrecida.

Todo el discurso de Jesús está impregnado del simbolismo sapiencial del alimento. Lo significado es la palabra divina, fuente de salvación cuando es “comida”, es decir, plenamente acogida por el hombre. “Comer” en sentido espiritual equivale a “creer”; “beber” significa “adhesión” íntima y personal. Comer ese “pan” es, por tanto, una adhesión y una unión íntima a la persona de Cristo salvador del mundo. Aparece así el tema de la inmanencia mutua entre Jesús y el creyente.

La “carne y la sangre” de Jesús son las del Hijo del hombre bajado del cielo para ser “elevado”. Esa carne comida y esa sangre bebida por el discípulo produce una morada recíproca, una íntima unión mutua, un asimilarse el uno al otro: dos en uno. Se produce así una “inmamencia recíproca” que no puede separarse de la relación que une al Padre y al Hijo. San Juan nos transmite aquí el profundísimo misterio de la relación de Jesús con Dios su Padre: “somos uno”. Jesús y el Padre son dos, pero al mismo tiempo son “Uno”. Análogamente, hay una unión del discípulo con Jesús, el Hijo. La Relación Padre-Hijo engendra la relación Hijo-creyente. El modelo es profundamente trinitario: “yo vivo por el Padre….el que me come vivirá por mí”. Unido a Jesucristo el cristiano permanece unido a la Santa Trinidad. El Hijo es el mediador de esa relación vital.

Esta íntima unión vital se realiza en la Eucaristía, que actualiza el don que nos hace el Hijo del hombre, el Hijo de Dios, de sí mismo. Se produce en nosotros este misterioso intercambio: somos asumidos en la divinidad de Aquel que ha asumido nuestra humanidad. La Eucaristía realiza esa simbiosis mutua, esa comunión del creyente con aquel que vive por el Padre. Comer el pan y beber la copa eucarísticos es entrar en comunión con aquel que se entregó a la muerte y la venció dando la vida eterna. El fruto de la Eucaristía es la vida nueva y eterna del discípulo.

Jesús nos llama a unirnos a él en el sacramento de la Eucaristía, pan partido para la vida del mundo, para formar juntos la Iglesia, que es su Cuerpo histórico. La Eucaristía es el medio y el instrumento de esta transformación recíproca, que tiene siempre a Dios como fin y como actor principal: Él es la Cabeza y nosotros los miembros; Él es la Vida y nosotros los sarmientos. Quien come de este pan y vive en comunión con Jesús dejándose transformar por Él y en Él, es salvado de la muerte eterna. Ciertamente muere como todos, participando también en el misterio de la pasión y de la cruz de Cristo, pero no es ya esclavo de la muerte y resucitará en el último día para gozar la fiesta eterna con María y todos los santos.